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viernes, 20 de noviembre de 2009

Gabriel Celaya
La poesía es un arma cargada de futuro.
Cuando ya nada se espera
personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue
mas acá de la conciencia,
fieramente existiendo,
ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas.

Cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles,
amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones
de cuantos, asfixiados,,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello
que sienten excesivo

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia,
lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre,
poesia necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos
trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos,
dar un si que glorifica.

Porque vivimos a golpes
porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos
nuestros cantares no pueden ser
sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.





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